Johannes Kepler, de Max Caspar: nueva edición en PUV

Johannes Kepler, de Max Caspar (traducción al castellano de Dulcinea Otero-Piñeiro)

La biografía más completa de un protagonista esencial de la revolución copernicana

Esta biografía de Johannes Kepler se publicó por primera vez en castellano en el año 2003 pero, por desgracia, permaneció descatalogada e inaccesible durante años. Desde entonces, muchos lectores me han animado a promover su nueva publicación en castellano y yo misma estaba convencida de que esta obra intemporal y única no debía desaparecer para siempre del panorama editorial en castellano. Después de varios intentos en diversas editoriales, hace aproximadamente un año que la editorial PUV apoyó con firmeza este proyecto, y al fin tenemos en las manos la nueva edición de esta biografía, la más documentada, exhaustiva y fidedigna que existe de Johannes Kepler, padre de las leyes del movimiento planetario, uno de los protagonistas de la revolución copernicana y uno de los fundadores de la astronomía moderna.

Esta biografía fue aclamada desde su aparición en 1948 por su profundidad, rigor y la sorprendente empatía entre biógrafo y biografiado (como reconoce el propio Caspar en su prólogo a esta obra). Este volumen abarca todos los aspectos de la vida de Kepler, desde lo científico a lo personal, y la elaboración de una obra como esta solo podía realizarla un autor alemán con sólidos conocimientos científicos, teológicos e históricos, pero también de lengua alemana antigua y de latín. Una combinación excepcional que se dio en Max Caspar y que difícilmente volverá a repetirse.

Pero la traducción de una obra como esta a cualquier idioma también requiere una combinación muy particular de aptitudes y conocimientos para captar todos los matices, tanto lingüísticos como científicos, de la obra original. El estilo barroco y la erudición profusa de Caspar, unidos a la sintaxis tradicional alemana, a la abundancia de citas keplerianas originales en latín y alemán antiguo, y a las complicaciones debidas a los contenidos científicos, requieren un esfuerzo adicional de elaboración, consulta, asesoramiento y cotejo que pocos traductores estarían en condiciones de asumir.

Esta traducción se realizó sin las prisas habituales de los trabajos de traducción por encargo, porque fue un proyecto loco de juventud en el que me embarqué sin saber bien dónde me metía. Una vez comenzada y después de muchas horas de trabajo, decidí que había que acabarla, y eso hice entre un encargo y otro a lo largo de cinco años que me permitieron investigar y resolver con calma los detalles conflictivos en todas las disciplinas especializadas que aparecen en el original (desde la astronomía o la física hasta los términos jurídicos que salpican todo el proceso por brujería al que fue sometida la madre de Kepler). Como resultado, creo haber logrado un equilibrio difícil de conseguir entre la flexibilidad de la lengua española y el peculiar estilo de Caspar que espero que satisfaga las expectativas del público interesado por la historia de la astronomía, la teología, la filosofía o los acontecimientos históricos de la época convulsa en la que vivió Kepler. Al mismo tiempo, he procurado proporcionar un texto de referencia entendible y claro para astrónomos profesionales y aficionados y, en general, para todos los admiradores de la figura personal y científica de Kepler, que hasta ahora habían tenido que conformarse con fuentes secundarias, parciales o incompletas.

La obra original dedica pasajes extensos a exponer las indagaciones de Kepler en numerosos ámbitos científicos, como la óptica, la interpretación de los movimientos planetarios o la reforma del sistema de pesos y medidas, y para ello fueron absolutamente imprescindibles las aportaciones de David Galadí-Enríquez, doctor en física, científico en activo y con sólidos conocimientos de la ciencia de aquella época.

Esta nueva edición de la biografía de Kepler coincide además con el aniversario de la aparición de la gran obra kepleriana Armonía del Mundo, publicada en 1619, y con la publicación de la tercera ley planetaria de Kepler en mayo de 1618: ¡su 400 aniversario!

Texto de Dulcinea Otero-Piñeiro

Caspar, Max, Johannes Kepler (Johannes Kepler), 2018, PUV (Publicacions de la Universitat de València), 492 páginas,  traducción al castellano de Dulcinea Otero-Piñeiro.

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Unas pinceladas sobre Kepler

Kepler y la ciencia moderna

No es posible exagerar la importancia de la obra de Kepler en el proceso de nacimiento de la ciencia moderna. La revolución copernicana fue impulsada por tres actores principales: Copérnico, Galileo y Kepler. Entre ellos, Kepler destaca por ser el primero en asentar el nuevo modelo heliocéntrico del mundo sobre unas bases matemáticas firmes a través del descubrimiento y la aplicación de sus leyes del movimiento planetario. De la propuesta copernicana original tan solo conservamos la idea de que la Tierra no es el centro del cosmos; Galileo Galilei aportó argumentos observacionales de peso; pero solo Kepler formuló la teoría heliocéntrica en unos términos matemáticos que han resistido el paso de los siglos: las tres leyes de Kepler del movimiento planetario se siguen y seguirán enseñando en las clases de física por siempre en la misma forma en que él las enunció. Contienen implícitamente la ley de la gravitación universal de Newton, y su aplicación se ha ampliado desde los planetas del Sistema Solar hasta ámbitos con los que Kepler ni siquiera habría soñado. Nuestros satélites artificiales y naves espaciales se mueven entre los planetas siguiendo trayectorias descritas por las leyes de Kepler, los sistemas estelares las cumplen igualmente, y hasta el Sol sigue una órbita kepleriana en su giro de más de 250 millones de años alrededor del centro de la Galaxia. Al desterrar los giros circulares y perfectos de los textos de astronomía precedentes y al elaborar, a partir de esa propuesta, las efemérides planetarias más precisas conocidas hasta el momento (las Tablas rudolfinas), Kepler dio a la revolución copernicana un impulso definitivo, basado no ya en argumentos filosóficos y de plausibilidad, sino en la impecable geometría y en el cotejo del cálculo con la observación. Con Kepler nacen las leyes matemáticas aplicadas a los cielos; en este sentido, puede considerarse el fundador de la astrofísica, así como Galileo inauguró la ciencia de la mecánica con sus leyes del movimiento. Kepler fue un matemático original y creativo, vanguardista en la introducción de los logaritmos para cálculos prácticos (logaritmos keplerianos, usados profusamente en las Tablas Rudolfinas) y creador de algoritmos que aún se aplican hoy en día (resolución de la llamada «ecuación de Kepler», por ejemplo). En geometría aportó estudios innovadores sobre los asuntos más diversos, desde la estructura de los copos de nieve hasta el empaquetado tridimensional de esferas, un problema que ha planteado a los matemáticos modernos un enigma no menos sorprendente que el famoso «último teorema de Fermat». No deben ignorarse tampoco las aportaciones de Kepler a la ciencia de la óptica, tanto en lo teórico (Astronomiae Pars Optica y Dioptrice, entre otras obras) como en lo práctico (invención del telescopio de tipo kepleriano). Tanto por sus descubrimientos específicos como por sus conjeturas (como la fuerza motriz de los planetas residente en el Sol), Kepler ocupa un lugar de honor entre los padres de la revolución copernicana.

Kepler y el mundanal ruido

Pero la importancia de Kepler no se limita a sus  perdurables aportaciones  a la astronomía. No hay que perder de vista otros aspectos de su quehacer intelectual que, aunque hoy día se nos antojen poco relevantes, no lo fueron ni para él ni para sus contemporáneos. Asimismo, conviene considerar las circunstancias no intelectuales de la vida de Kepler, puesto que condicionaron en buena medida su labor y complementan su retrato personal y humano. Una biografía kepleriana no puede considerarse completa si no incorpora, dedicando un espacio acorde a la importancia que les atribuía el propio personaje, las preocupaciones religiosas de Kepler y los sufrimientos que le deparó el mantenimiento firme de sus convicciones en el ambiente de su tiempo, atrapadas entre las diversas tendencias cristianas (católica, luterana, calvinista, y aun otras) sin estar absolutamente de acuerdo con ninguna de ellas. En sus reflexiones religiosas, Kepler desarrolló argumentos exegéticos que más tarde fueron universalmente aceptados por los teólogos. Tampoco puede dejarse de lado la componente más mística, salvajemente especuladora, de este científico, sus lucubraciones astrológicas y sobre el orden y el sistema del mundo (véase su Mysterium Cosmographicum, publicado en castellano por Alianza Editorial con el título El secreto del universo), ni sus intuiciones más o menos acertadas sobre la fuerza motriz que impulsa los planetas en sus órbitas, o sobre la posibilidad de que haya vida en otros mundos. Finalmente, la vida y obra de Kepler no se comprenden cabalmente si se ignoran las difíciles circunstancias que padeció, su desamparo durante la niñez, sus angustias juveniles, tragedias matrimoniales, exilios religiosos, conflictos personales con Tycho Brahe y con sus herederos, el juicio por brujería contra su madre, estrecheces y miserias económicas, inestabilidad profesional, la desgraciada suerte de sus hijos y su propia y absurda muerte sorprendido por la epidemia en un viaje en pos de sus deudores. La guerra de los treinta años arrasó el cementerio donde fue enterrado y ni siquiera quedó una tumba en la que honrar a uno de los grandes astrónomos de la historia.

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